Aquí

Aquí

miércoles, 24 de diciembre de 2014

La niña de los zapatos rojos



La niña de los zapatos rojos
(Pequeño cuento de navidad)

Pocos días antes de navidad, y luego de terminar su labor de costura, Rose se levantó y buscó lápiz y papel. Se encaminó hacia otro lugar de la casa, donde se encontraba su pequeña jugando.

-         Sara  --  le dijo  --  falta poco para navidad y aún no has hecho la carta para Santa.

-         ¡Oh!  --  exclamó la niña  --  Es cierto mamá.

De modo que con una sonrisa, le entregó el papel y el lápiz.

-         Mamá, te has olvidado del sobre  --  dijo la niña  --  no podemos enviarla sin sobre.

Su madre sonrió y fue por él. Al regresar se lo entregó y sentándose no lejos de allí,  esperó que la niña elaborara la infantil misiva.

Los días siguientes, la pobre mujer los transitó con un enorme dolor en el corazón. Por segundo año consecutivo su hija hacía la misma petición.

La noche de navidad, estaban en el comedor y la niña estaba muy emocionada y expectante.

-         Mami  --  dijo llamando la atención de su madre  --  ¿Crees que he sido una niña buena?

-         Por supuesto que sí cariño  --  contestó enseguida

-         Entonces me quedo tranquila  --  dijo sonriente  --  si tú piensas eso, Santa seguramente estará de acuerdo contigo ¿verdad?

-         Claro que sí mi ángel  --  logró decir a pesar del grueso nudo que se había formado en su garganta

Poco antes de la hora de abrir los regalos tuvieron un momento de pánico, de esos a los que ya se habían acostumbrado. Los lejanos ecos de la guerra cayendo sobre algún lugar impreciso, y que nunca sabían si el próximo blanco sería el pequeño barrio donde se asentaba su casa.

Una vez pasado el susto, la mujer tomó a su hija en brazos y la apretó contra su pecho, y de ese modo se trasladaron al Salón. La dejó sentada al pie del árbol de navidad y se sentó en una silla cercana. Vio como la niña comenzaba a abrir los regalos y sabía que era uno el que buscaba. Con enorme pesar, recordó la carta.

Querido Santa:
                Primero que todo quiero agradecerte la linda muñeca que me trajiste la navidad pasada, la he llamado Anne, espero que te parezca un bonito nombre.

Espero hayas tenido un buen año, y que los duendes se hayan portado juiciosos ayudándote en tu taller de juguetes  y no dejándote todo el trabajo a ti solo.

                El nuestro no ha sido muy bueno. La guerra continua, cada vez mi mamita tiene más dificultades para conseguir los alimentos y muere mucha gente en ella. Resulta muy triste escuchar cada domingo cuando el padre Manuel menciona a los que ya no volverán, pero gracias a Diosito, nosotras aún tenemos la esperanza de que mi papito regrese.

                Todas las noches le pido que lo cuide y que cuide de los demás, pero creo que son demasiados y no puede cuidarlos a todos. Mi mamita siempre está triste, aunque intenta que yo no lo note, trata de hacerme las cosas que me gustan con lo poco que consigue en el mercado y sigue leyéndome un cuento antes de dormir haciendo esas voces graciosas, pero la he escuchado llorar cuando cree que estoy dormida.

                Mami dice que he sido una niña buena, aunque no podemos asistir a la escuela con regularidad, porque salir a veces es peligroso, sigo obteniendo buenas calificaciones, así que este año quiero pedirte, que por favor, aunque algunos de mis amiguitos no se han portado muy bien,  muchos de ellos han perdido a sus papás, por favorcito, no les dejes sin regalo. Tampoco al niño que vende los diarios, sé que no tiene juguetes porque el otro día, lo vi haciendo un carrito con una lata y unas tapas de refresco, sería lindo que tuviese uno de verdad.

                Y si no es un gran problema para ti, me gustaría pedirte un gran favor. Mami dice que como tú eres tan bueno con todos los niños, Diosito te tiene gran aprecio así que si puedes ¿podrías pedirle por mí que papito regresara pronto? Lo echamos mucho de menos y me gustaría mucho que mamita volviera estar feliz.

                Sé que él ha sido muy bueno conmigo, tengo a mi madre, una casa, comida y buena salud, espero que no piense que pido demasiado.

                Y por último, una petición que tal vez te parezca algo egoísta, pero me gustaría mucho tener esos zapatos rojos que vimos hace tiempo en la vitrina de la tienda. Tal vez el año pasado no fui tan buena y no los merecía, pero me he esforzado mucho este año en serlo y aún están allí. Sé que tal vez te parezca una tontería, pero me hace mucha ilusión tenerlos, aunque no tenga ocasión de usarlos. Si no se puede lo entenderé, pero por favor, no olvides todo lo demás.

                Espero que tengas una Feliz Navidad Santa, y que en mi carta del próximo año pueda decirte que la guerra terminó y que somos felices de nuevo.
Besos,
Sara

Los gritos alborozados de la niña, sacaron a su madre de la abstracción. En ese momento le mostraba emocionada los brillantes zapatos rojos.

-         ¡Me los trajo mami! ¡Me los trajo!  --  gritaba la pequeña

Ella se levantó y tomó a su hija en brazos para llevarla a su habitación mientras la niña miraba emocionada los zapatos rojos que nunca podría usar, porque su hija había nacido sin pies.


 By Ix

Safe Creative Código: 1110180322324

jueves, 26 de junio de 2014

Todo estará bien



El mundo gira y día a día se suceden historias de las que nadie tiene ni idea pero no por eso menos reales…

I.- 

Hay personas que crecen siendo felices a su manera, viven rodeados de alegría y mueren con una sonrisa en los labios; hay otras que no recuerdan lo que se siente ser feliz pero con el tiempo pueden superarlo o, como yo, se les agota la paciencia y se quitan la vida. Es por eso que estoy parado junto a la cama de mi habitación observando mi cuerpo sin vida, pero no soy el único, también están mis padres y mis hermanos. Mi madre está zarandeando mi cuerpo esperando a que yo despierte mientras mi padre la trata de tranquilizar sin mucho éxito; mi hermana de quince años, Cassidy, no mira nada fijamente. No necesito ser un genio para saber que está pensando en qué se comprará cuando le entreguen la herencia familiar que me correspondía por ser el mayor. Y por último está mi hermano de seis años Thomas, que no entiende muy bien qué está pasando, y al igual que mi madre cree que estoy dormido. Pero era decepcionante, porque no imaginaba que cuando muriera iba a ser así. Para empezar mis padres no deberían estar llorando, ya que por alguna razón nunca les interesó nada de lo que hacía; en cambio mis hermanos si encajan en lo que imaginaba. Ya estaba a punto de marcharme pero en ese momento la razón de mi suicidio se había acercado a donde yo estaba.


II.-

Mis padres me felicitaron hoy por ser mi cumpleaños y me sirvieron el desayuno en la cama. No me gusta sinceramente cuando ellos me hacen este tipo de cosas en mi cumpleaños, siento como si fuera un acto de hipocresía, ya que los otros 364 días del año me tratan como si fuera un desconocido.

Cuando terminé el desayuno me bañé y me fui a la escuela, que por cierto está a unas nueve cuadras de mi casa. En el camino me encontré, como siempre, con Clara. Como su nombre lo dice, ella prácticamente ilumina mis días con su belleza tanto interna como externa, y cabe destacar que es la única persona en la que confío. Pero hay un pequeño detalle, ella está muerta. Es un fantasma al que he visto desde hace un año y siempre me ha dado su apoyo diciéndome que todo va a estar bien. Me felicitó y luego me acompañó a caminar.

-         ¿Hoy si me lo dirás? -  le pregunté

-         Ya ríndete Ian, jamás te lo diré

-         Pero es mi cumpleaños -  insistí, pero ella se negó

Lo que yo quería saber era como había muerto, la verdad eso siempre me había causado curiosidad y se lo he estado preguntado desde que nos conocemos, pero por alguna razón le avergüenza decírmelo.

-         ¿Vas a morir? -  fue su turno ahora de preguntar


-         Algún día, tal vez - pero yo sabía que ella no se refería a eso - No puedo Clara, sabes que me gustaría pero no puedo dejar solo a Thomas. Pero vamos a estar juntos, lo prometo.


III.-

Ya había sonado el timbre de salida, así que esperé a que Clara apareciera para irnos a casa y no tardó mucho en aparecer.

-         ¿Clara es doloroso morir?

-         Depende de la manera en que mueras. Por ejemplo yo... - pero se calló al entender lo que estaba a punto de decir - Buen intento, casi caigo en la trampa.

-         Sigo sin comprender por qué no quieres decirme - pero ella no respondió

-         Solo te diré que no es como los religiosos dicen que es. Me refiero a que no pasé por ningún túnel lleno de mis temores ni nada por el estilo. Solo desperté y me di cuenta de que nadie me veía o escuchaba, hasta que llegaste tú. Eres el único que puede verme. ¿Sabes lo que se siente estar dos años sin que nadie te escuche?

-         La verdad, sí - le respondí, a pesar del nudo que sentía en la garganta pero no iba a llorar frente a ella, o al menos eso intentaba.

-         Tranquilo Ian, todo estará bien

Era alentador tener a Clara pero a la vez me producía nostalgia, porque sé que los fantasmas quedan estancados para cumplir una "misión" que no les fue posible llevar a cabo mientras estaban vivos; cuando mi amada Clara cumpla esa misión voy a quedar solo otra vez. Sin embargo, ella dice que todo estará bien, así que me dedicaré a creerle.


IV.-

Me desperté sudando por tercera vez a causa de esa pesadilla. Estaba sentado frente a una psicóloga y ella me estaba diciendo cosas para que olvidara a Clara. Eso jamás pasará, es imposible olvidar a alguien que amas.

Mientras Clara y yo caminábamos en dirección a la escuela, le pregunto nuevamente si me dirá cómo murió, pero esta vez la respuesta fue diferente.

-         ¿En verdad quieres que te lo diga?

-         Creo que es más que obvio -  le dije con ironía

-         Te lo diré con una condición - le quería decir que cualquier cosa valdría la pena con tal de que me lo dijera, pero la emoción me había dejado sin palabras - Es algo que es imposible que hagas - "solo dilo" pensé - debes tatuarte mi nombre

-         ¿Acaso te volviste loca o la muerte ha hecho que tu cerebro no funcione como es debido? Jamás podría hacer eso, sabes que mi religión no lo permite – pertenecer a una familia judía no es lo mejor del mundo

-         Entonces jamás lo sabrás - y me dedicó una sonrisa triunfante - Creo que gané
"No por mucho tiempo"


V.-

Lunes. Los odio más que cualquier otro día de la semana; pero este lunes le daré una gran sorpresa a Clara, estoy seguro que ella no se lo espera. Antes de salir de casa me puse el suéter más grande que tenía, porque ya no podía estar sin suéter. Estaba sentado en un banquito esperándola cuando apareció.

-         Estas muy feliz, ¿a qué se debe eso? - me preguntó ella

-         No lo sé - le respondí con cierto tono de inocencia - tal vez estoy feliz porque amaneció un cielo soleado o... - y me destape la manga derecha del suéter - tal vez sea por esto

-         ¡Estás loco! - exclamó ella al ver que debajo de mi suéter se encontraba un reciente tatuaje con letras griegas

-         En realidad no recuerdo haberme sentido más cuerdo en toda mi vida

-         Pero... no es posible - sus ojos estaban llenos de lágrimas que espero  sean de alegría - ¿Acaso dice "Clara" en griego?

-         No - le respondí y ella me miró con extrañeza - dice "te amo Clara" - y en ese momento una deslumbrante sonrisa había aparecido en su rostro

-         Es lo más hermoso que han hecho por mí - dijo mientras se acercaba para abrazarme, pero solo sentí frío - Supongo que ahora te debo contar todo - y comenzó a narrarme su muerte


VI.-

Las facciones de Clara se entristecieron cuando comenzó a contar su historia y yo aunque presté la mayor atención, intenté transmitirle mi solidaridad

-         Todo ocurrió cuando tenía 17 años. Mi padre había dejado a mi madre, y ella tenía un novio con el que se terminó casando. Si te soy sincera el hombre me parecía inapropiado porque solo estaba con mi madre por su dinero, y yo tampoco le agradaba mucho. Un día ellos estaban peleando y lo vi golpearla así que me acerque para detenerlo pero él me golpeó y me dijo que solo era un estorbo y me lanzo por las escaleras - cuando terminó, comenzó a llorar y desapareció

Desde el día en que Clara me había contado todo no la había visto más, y ya han pasado meses de eso. En estos meses han sucedido muchas cosas que no me habría gustado que pasaran. Mis padres vieron el tatuaje y pensaron en echarme de la casa, pero vivíamos en un pequeño vecindario y a mis padres no les gusta que los vecinos piensen mal de ellos, así que me permitieron quedarme. Otra cosa mala fueron mis calificaciones, tendré que ir a la escuela de verano porque estoy por debajo del promedio, y la escuela de verano es la peor manera de perder mi tiempo. Y sin duda la peor cosa que me pasó fue el psicólogo; mis padres pensaron que yo no llevaba una vida como los demás chicos de mi edad así que me llevaron a un psicólogo, y sinceramente no sé qué tipo de magia oscura hizo para saber de la existencia de Clara. Lo cierto es que mi pesadilla se estaba cumpliendo, el psicólogo me estaba haciendo algún tipo de "hipnosis" para olvidarla, pero como dije eso no va a funcionar. Pasar por todo esto sin Clara es horrible ella es mi mejor amiga y sin ella me siento solo. Todos los días salía al parque que esta frente al vecindario y la llamaba pero nadie respondía. El último de esos días me rendí y me di cuenta de que estaba solo. Recordé que ella me había dicho una vez que la única forma en la que podríamos estar juntos seria si yo muriera. La verdad a estas alturas no me importaba si decepcionaba a alguien quitándome la vida, no me importaba si alguien iba a extrañarme, o si iban a hacer un funeral donde lo único que se escucharía serían las palabras "era buena persona", ya nada importaba y yo no quería estar solo. Todo esto pasó por mi cabeza mientras miraba los somníferos, no lo pensé dos veces y me las tomé; si fallaba lo único que pasaría sería que estaría en coma por un tiempo, y la verdad me daba igual.


VII.-

Y de este modo volvemos al comienzo de la historia, mis padres, mis hermanos, mi cuerpo sin vida y "yo". Me sorprendí mucho cuando vi a Clara entrar en la habitación donde los somníferos habían hecho efecto en mi cuerpo. Cuando estaba vivo veía a Clara de un color gris opaco, pero ahora podía ver que era pelirroja y con ojos verde esmeralda, hermosa sin duda.

-         Vamos Ian, ya es tiempo de irnos - me dijo tomando mi mano

Yo la seguí pero me detuve y observé a Thomas que extrañamente parecía poder vernos

-         ¿Ian? - me llamó mi hermano menor

-         Tranquilo Tommy, estaré en un lugar mejor

Me giré hacia donde estaba Clara y seguí caminando hacia la puerta evitando que se vieran las lágrimas que había derramado por Thomas, en verdad no quería dejarlo solo en este cruel mundo. Sentí que Clara agarraba mi mano otra vez y me susurraba algo al oído: “Todo estará bien"

Fin

viernes, 20 de junio de 2014

Sueños Rotos...





Las imágenes corrían a velocidades anormales por su mente, pero eventualmente se detenían en pasajes específicos. Escuchó una voz familiar y amada. “Princesita, un día volarás muy alto en las alas de tus sueños”

Luego se detuvo en un lugar que conocía, pero al mismo tiempo estaba segura de no haber estado nunca allí. Miró hacia abajo y vio sus pies descalzos, no era usual aquello, desde muy pequeña le habían enseñado que nunca debía estar sin calzado y al seguir el recorrido por su cuerpo notó otras anormalidades. Llevaba un vestido blanco y largo, tan largo que arrastraba por el piso. El color de la piel no se correspondía con la suya. Se tocó los cabellos y estos eran ondulados, lo que tampoco le pertenecía. Se acercó a una especie de fuente y al ver su imagen reflejada en el agua dio un paso atrás. Esa no era ella, pero estaba segura de que sí lo era.

De pronto escuchó una voz y se volvió. Sorprendida vio que había varias personas que la observaban.

-         El aspecto exterior no es importante  --  dijo una de aquella personas  --  Podemos cambiar muchas veces nuestro aspecto físico. Lo que se mantiene intacto son nuestras almas.

De acuerdo, se dijo a sí misma, puedo entender eso. Pero al parecer sus acompañantes no pensaban lo mismo, porque insistieron en el asunto.

-         Tenemos la obligación de cuidarlo  --  dijo otro  --  porque es allí donde residirá nuestra alma el tiempo establecido pero ocurre más o menos lo mismo que con los coches.

Ella lo miró extrañada ¿Qué demonios tenían que ver los coches con su cuerpo?

-         Cuando tienes un coche debes preocuparte de cuidarlo  --  continuaron  -- de hacerle mantenimiento. Si algo falla debes llevarlo a reparar antes de que la falla se convierta en algo que acabe con su normal funcionamiento. Pero eventualmente terminará por desgastarse por completo y será entonces el momento de buscarte otro coche. 

Sí, si tienes el dinero para hacerlo, pensó.

-         Lo mismo sucede con nuestros cuerpos  --  intervino otro  --  Debemos alimentarnos, protegernos de las enfermedades y buscar atención médica cuando algo no va bien, pero llega un momento en el que ya deja de ser útil y funcional, de modo que lo abandonamos y estamos listos para uno nuevo  --  hizo una  pausa y luego agregó  --  Por lo tanto, es un error aferrarnos a un coche viejo cuando uno completamente nuevo y en perfecto estado de funcionamiento puede estarnos esperando  --  concluyó y ella entendió el razonamiento

-         Los eventos tienen lugar cuando así está pautado  --  dijo otro  --  El universo no ha dejado nada al azar, tanto el inicio como el final están acordados. La forma de recorrer el camino es lo que se deja a la voluntad de cada alma. Las cosas sucederán con nuestro concurso o sin él, la forma como se llegue a cada uno de esos eventos es lo que hará la diferencia y determinará si debemos volver o no.

Por un momento se preguntó dónde estaba y quiénes eran aquellas personas pero se detuvo al pensar aquello… ¿personas? No estaba muy segura de que lo fueran, intentó mirar pero eran figuras desdibujadas, como una pintura que se ha borrado con el tiempo, y cuando trató de identificar el  género, resultó igualmente imposible.

De pronto todo desapareció y luego se vio sentada en un hermoso jardín, el único problema era que no lo identificaba como ningún lugar que conociese. Miró a su alrededor y vio a uno de sus amigos, corrió hacia él pero cuando llegó a donde lo había visto ya no estaba. Se tiró al piso y comenzó a llorar. Se sentía sola y abandonada ¿Por qué le hacían aquello? ¿Por qué todos desaparecían cuando los necesitaba?

La imagen cambió y se vio en el salón de la que había sido su casa. En aquel momento conversaba con sus amigos pero de pronto llegó su nana y le preguntó con quién hablaba, ella se lo dijo y la mujer la reprendió diciéndole que ya estaba grande para seguir jugando ese juego. Frustrada se preguntó por qué siempre pensaban que mentía ¿Cómo era posible que nadie los viera? Estaban allí.

Otro cuadro se presentó. Se vio de unos quince años y  otra persona le gritaba, estaba aparentemente en un salón de clases lleno de compañeros de estudio.

-         ¿Te atreves a negar la existencia de Dios?  --  preguntó con indignación una mujer que debía ser la profesora

-         No  --  contestó ella con tranquilidad, lo que parecía enfurecer aún más a aquella estúpida mujer  --  a lo que me niego es a aceptar que me impongan nada. Me niego a aceptar que me digan qué pensar o cómo actuar.

-         Pues es obvio que tú necesitas que alguien lo haga  --  vociferó la mujer  --  Y Dios va a castigarte por tus blasfemias. Si estuviésemos en otras épocas habrías terminado en la hoguera.

-         Sí  --  dijo ella sonriendo  --  En primer lugar, probablemente he terminado en la hoguera en alguna de mis anteriores vidas. Y segundo, sí, lo más seguro es que “su” Dios me castigase.

La profesora estaba tan enfurecida que apenas podía articular palabra.

-         Dios… Dios… hay uno solo… y solo tenemos “una” vida  --  logró decir

-         Por supuesto estoy en desacuerdo con la segunda parte, pero puedo mostrarme de acuerdo con usted en la primera. La diferencia es que yo no creo en un Dios castigador y  mucho menos en un individuo que no tenga nada mejor que hacer que sentarse a ver quién se equivoca para imponer sanciones. Eso lo hacen los que mueven los hilos de las religiones y es en ellos en los que no creo. Ni creo en las personas que acuden a los servicios religiosos para luego destruir al prójimo sin ninguna misericordia. En lo que no creo ni podré creer nunca, es en personas como usted, que se creen con el derecho de juzgar a los demás amparados en los cuestionables códigos morales de sus respectivas religiones. No creo en nadie que se crea con el derecho de apropiarse de forma exclusiva la figura de Dios, o que intenten monopolizar la decisión de quién es bueno y quien no lo es.

La mujer estaba a punto de sufrir un paro cardíaco sin lugar a dudas.

-         ¡A la dirección!  --  le gritó y ella comenzó a caminar hacia la puerta, pero antes de abandonar el salón se volvió

-         Es posible que yo sea castigada por esto profesora, pero no voy a cambiar de modo de pensar, yo seguiré siendo libre mientras que usted permanecerá esclavizada a sus convencionalismos morales y a la estrechez de sus pensamientos.

La escena cambió bruscamente. Ahora lloraba en forma desconsolada sobre su almohada y se preguntaba en silencio por qué de nuevo alguien la había abandonado. Alguien a quien echaba de menos, echaba de menos sus consejos, sus abrazos y su calor. Alguien sin quien la vida le parecía miserable.

El cuadro luego se tornó terrorífico. Había sangre y dolor. Sangre que lo salpicaba todo a su alrededor y dolor que laceraba cada centímetro de su cuerpo. Escuchó una risa macabra y deseó morir. No, no era ella, lo veía todo como desde fuera. Pero si no era ella, cómo era posible que sintiera el dolor en su cuerpo. Tal vez sí era, tal vez no. Solo quería escapar de allí, pero algo que no podía ver le impedía moverse. Le dolían las muñecas y los tobillos como si un metal muy caliente fuera lo que la sujetaba. De nuevo la risa. De nuevo el dolor. Ganas de morir.

Otra imagen llenó su mente no mucho mejor que la anterior, solo que esta vez era ella misma quien intentaba destruirse. Sangre en su ropa, en el piso ¿Miedo? No, miedo no, solo un gran vacío. Alguien gritaba a lo lejos y otro alguien sujetaba sus brazos. Quiso pedir que la dejaran en paz pero por alguna razón parecía no estar allí. Frío… tranquilidad… ya estaba hecho… soledad… vacío… oscuridad.

¿Dónde estaba? No tenía idea pero las imágenes comenzaron a correr. Gritaba, quería que la dejaran salir. Pero salir de dónde. Estaba… ¿atada? Hombres y mujeres iban y venían, vestidos de blanco o de verde, pinchaban sus brazos constantemente, le enfurecía que la llamasen loca pero ya se había cansado de gritar y que nadie acudiera en su ayuda, así que dejó de hacerlo. Se rindió. Pero en medio de aquel caos había un rayo de esperanza al que se aferró. Sus verdaderos amigos no la habían abandonado, suerte que no podían verlos, sin ellos realmente habría enloquecido. Sin saber cómo se encontró de pie frente al espejo pero casi no se reconoció. Su cuerpo estaba compuesto por trozos de piel adherida a un conjunto de huesos. Su cabello antes brillante y bien cuidado, ahora lucía opaco. Sus brazos parecían haber sido utilizados como diana donde habían clavado muchos dardos y sus ojos estaban vacíos, no había nada en ellos que reflejara algún sentimiento. Miró con más atención tratando de encontrarse pero el espejo solo le devolvió la imagen de una extraña.

Las imágenes comenzaron a correr nuevamente ¿Familia?... ¿Hombres?... ¿Hijos?... ¿Amigos?... Tal vez, no estaba muy segura de lo que veía. Pérdida…  sangre… destrucción. Una voz familiar… un ¿por qué? y un “te amo”. Luces blancas que herían sus ojos. Otra voz familiar que también proclamaba su amor. Quería que apagaran las malditas luces, solo quería dormir pero parecían decididos a no concedérselo. Sintió náuseas, algo intentaba abrirse paso a través de su garganta. Solo déjenme dormir, quiso decir pero no era posible. Llanto… ¿quién llora?... ¡Apaguen las luces! Todo era blanco ¿Realmente lo era? ¿Cómo podía saberlo? Tenía los ojos cerrados, quería dormir pero las luces y el llanto persistían, sin embargo,  de pronto dejaron de molestarle. Se alejaba.

Vio a dos personas y sintió pena, no quería dejarlos pero tampoco quería quedarse. Quiso decirles que solo cambiaría de coche, que el suyo ya no le servía, que en realidad nunca le sirvió pero sabía que no la escucharían, nunca lo habían hecho en realidad. Dirían que estaba loca y la encerrarían de nuevo.

Quiso acariciar los cabellos de aquellas dos personas sumidas en llanto silencioso y que de vez en cuando le suplicaban que no se rindiera, que luchara, que aún no era el momento, pero qué podían saber ellos. Estaba cansada. Todos a los que había amado la habían abandonado tarde o temprano. Aquellos en los que había confiado la habían traicionado. No tenía nada. Lo único que alguna vez fue suyo fueron sus sueños y entre todos se encargaron de arruinarlos, descalificarlos y pisotearlos.

Los miró un momento y aunque seguía sintiendo pena, ésta iba disminuyendo. Se acercó y sin saber cómo, depositó un beso en la frente de ambos. Los dos pares de ojos se encontraron a medio camino entre la sorpresa y el miedo, y luego se desviaron hacia donde yacía el cuerpo ya vacío.

La princesa que un día esperó volar en alas de sus sueños, a pesar de que solo le quedaron sus sueños rotos y aunque sus alas habían sido brutalmente arrancadas, finalmente había logrado alzar el vuelo…



Safe Creative Código: #1110180322331

lunes, 2 de junio de 2014

Cama de Rosas



A nuestro modo de ver y debido a nuestro escaso entendimiento las cosas suceden de forma inesperada y en los momentos más inoportunos, pero siempre de la manera como el arquitecto del universo tiene planificados los acontecimientos.

Ella abrió los ojos y los volvió a cerrar, por un momento recordó el día anterior y se preguntó si realmente había sucedido, o si solo se trataba de una de esas fugaces y frecuentes escapadas de su imaginación a ese mundo mágico de los sueños.

Había sido un día vestido de colores pastel, difíciles de engranar con la cotidianidad de la vida. Había despertado temprano con la expectativa de un encuentro al que se había opuesto con vehemencia. Sin embargo, resultó algo completamente diferente a lo que se había imaginado. No podía creer que aquel a quien había rechazado por sistema y con quien se había peleado a gritos, hubiese resultado alguien con quien tenía tantas cosas en común física y espiritualmente.

La conversación había sido variada, amplia e interesante. Y aunque sus ojos seguían gritando algo que ella prefería ignorar, se había portado como un caballero, desde las rosas del recibimiento, hasta el recatado beso de despedida. Pero en el ínterin del día, hubo un par de señales que habría sido muy necia si se empeñaba en pasarlas por alto. Cuando sus ojos se encontraron, hubo un claro mensaje de reconocimiento, y cuando su mano rozó la piel desnuda de su espalda, una corriente eléctrica recorrió su cuerpo enviándole una clara señal de advertencia
.
Su corazón comenzó a latir desbocado, se levantó a toda prisa, tomó un veloz baño y se preparó a recibirlo. Hoy sería la despedida, y el habitual pleito entre las dos molestas voces de su consciencia dio inicio. Mientras una decía que era lo mejor y lo más sano, la otra gritaba que era una soberana estupidez. Cuando estaba a punto de comenzar a pelearse con ambas, llegó él.

En cuanto sus ojos se encontraron de nuevo, una inesperada alegría la invadió y ambas voces fueron silenciadas sin necesidad de su intervención. Después de un fugaz beso en la mejilla, él tendió su mano y ella la aceptó. A partir de ese momento perdió las riendas de su vida.

-         ¿Dónde vamos?  --  preguntó curiosa
-         Ayer me mostraste tu mundo – contestó él   --  hoy quiero que conozcas el mío.

Fue un viaje vertiginoso a través de un mundo de colores, personajes y situaciones interesantes y divertidas. Cuando llegó la noche estaba exhausta pero feliz.

-         ¿Qué te ha parecido?  --  preguntó él
-         Supongo que todo se parece mucho a ti  --  le contestó con una sonrisa

El quiso preguntar si le gustaba pero prefirió no hacerlo, en el fondo temía una respuesta negativa, y había esperado con infinita paciencia aquel momento como para arruinarlo con estúpidas preguntas. Pero había una que  no podía evitar hacer.

-         ¿Quieres volver?

Ella lo miró unos instantes y luego le sonrió.

-         ¿Sería prudente regresar a esta hora?

El esperaba una respuesta y recibió otra pregunta, pero en ella estaba contenido todo cuanto necesitaba por el momento. En sus labios apareció una sonrisa que de inmediato pasó a sus ojos. Tuvo el impulso de abrazarla pero se contuvo recordando vívidamente un suceso acaecido unas horas antes. Habían estado caminando tomados de la mano por  el jardín, cuando ella se detuvo a observar la panorámica
.
-         Es hermoso  --  dijo
-         Sí, la verdad es que nunca había visto nada más hermoso.

Pero él no miraba el paisaje, la miraba a ella, y cuando giró la cabeza se encontró con los ojos de él clavados en los suyos y una fuerza de atracción imposible de resistir unió sus labios en el tan anhelado beso, al menos por parte de él. Ella no fue consciente de haber entrelazado sus brazos alrededor de su cuello, pero si lo fue de los brazos que la rodeaban haciéndola sentir segura. Para él aquel fue un beso devastador, como lo confesaría más tarde. Sintió que con  aquel beso no solo tomaba posesión de sus labios sino de toda ella. Pero no estaba preparada para más en ese momento y con delicadeza se apartó dejándolo desolado y vacío.

Pero ahora, con la sonrisa bailando en sus labios, lo que a su juicio la hacía ver más hermosa, estaba teniendo que echar mano a todo su fuerza de voluntad para no hacer nada estúpido. Se levantó con el pretexto de ir a acomodarle un sitio para dormir, y aunque finalmente sí termino haciendo eso, lo que en realidad quería era huir antes de perder el juicio.  

Lo que no sabía era que aún no había bajado del carrusel, porque apenas entró de nuevo en el salón y la vio de pie ante el ventanal, con  su figura recortada contra la noche estrellada y con la luna colgada por encima de su cabeza, su mundo comenzó a girar y sintió como perdía el control de sus actos sin poder hacer nada. Se acercó a ella y ella se volvió hacia él.

-         Gracias por un día maravilloso  -- le dijo.

Pero él no la escuchaba, todo lo que podía oír era los latidos de su desbocado corazón y se extrañaba de que ella no los escuchara también. De pronto y sin previo aviso, ella se refugió en sus brazos y apoyando al cabeza en su hombro comenzó a hablar y ahora él sí le prestó atención.

-         Todo es muy distinto a como lo había imaginado, no sé si hago bien o hago mal y no quiero saberlo. Solo quiero vivir este momento sin preguntarme qué va a suceder después.

Levantó la cabeza y él se perdió en sus ojos pero se obligó a prestar atención, porque intuía que era de vital importancia, como quedó demostrado después, que prestara la máxima atención a sus palabras.

-         ¿Puedes darme eso?  -- preguntó ella

Por un momento no estuvo seguro de qué responder pero la respuesta llegó desde su interior sin la participación de su consciencia.

-         Estoy dispuesto a darte lo que me pidas, como lo pidas y cuando lo pidas  --  dijo con absoluta seguridad.
-         No puedo ofrecer nada, ni seguridades, ni permanencia, ni…

Pero esta vez no la dejó continuar, no era necesario, él sabía todo eso mejor que ella. Así que le colocó un dedo en los labios.

-         Asumo los riesgos, no me importa cómo te tenga, solo me importa tenerte. No estoy pidiendo seguridad, ni permanencia, ni pretendo reclamar propiedad. Mientras me tengas aquí  --  dijo colocando un dedo sobre el corazón de ella  --  será suficiente para mí. 

Una solitaria lágrima resbaló por la mejilla de ella y él la recogió con sus labios que luego deslizó hasta los de ella. No fueron necesarias más palabras, porque sus cuerpos comenzaron a comunicarse con ese lenguaje silencioso aprendido a través de muchas vidas. Los pensamientos abandonaron sus mentes y dieron paso a las sensaciones. El dejó sus labios para deslizarse por su cuello, aspirar el olor de su cabello  y enredar sus dedos en esa oscura y suave cascada, para luego deslizar su mano por la piel desnuda de su espalda, mientras otra hábil mano iba deshaciéndose de la tela que se interponía entre su piel y la de ella. A medida que sus cuerpos iban quedando expuestos, sus manos y sus labios iban tomando posesión de toda su extensión. Ambos dejaban huellas ígneas por donde pasaban, aumentando de manera inusitada un deseo ya muy grande. Ella no se enteró de cómo ni cuándo había llegado hasta la cama sino en el momento en que se sintió hundida en un lecho de pétalos de rosa,  por un momento lo miró con algo de consciencia. Él interpretó adecuadamente esa mirada y sonrió, sin embargo nada dijo, se limitó a seguir con el placentero recorrido por esa piel largamente anhelada. A medida que los besos y las caricias fueron haciéndose más íntimos, la temperatura subió a tales extremos que sintieron que se estaban quemando y la necesidad de fundirse en uno solo alcanzó niveles insoportables. Cuando la perdida y andariega mano de ella rozó la turgente virilidad que palpitaba contra su piel, él sintió que se quedaba sin aliento, pero aún así hizo hasta lo imposible por contenerse mientras sus dedos con la habilidad propia de un pianista acariciaban con una maestría cargada de erotismo el femenino nido de placer que guardaba el secreto del éxtasis que estaba a punto de experimentar, arrancando notas de glorioso deleite. Ella comenzó a jadear presa de sucesivos espasmos que enviaron un mensaje claro de satisfacción al responsable de ello y esta fue la señal para que él se sintiera incapaz de soportar un minuto más sin invadir y hacerse dueño absoluto de su cuerpo. Cuando él traspasó sus fronteras, ella no se sintió invadida sino que la embargo una calidez que no había experimentado antes, pero que había sido esperada a través del tiempo. Sus cuerpos se acoplaron de manera perfecta y armoniosa y la magia hizo su efecto elevándolos a inusitadas alturas de placer. Perdieron el sentido de la realidad, se dejaron arrastrar por aquel deseo salvaje de poseer y ser poseído. Las uñas de ella dejaron marcas en la espalda de él, mientras la fuerza de los dedos de él dejaron una marca oscura en la pierna de ella, pero ambas eran señales que traspasarían la frontera de sus pieles para instalarse para siempre en sus corazones. El tuvo un segundo de consciencia antes de alcanzar el punto máximo de placer y aferró un puñado de sus cabellos mirándola  a los ojos y aunque no tuvo aliento para decir nada, se aseguró de que sus ojos le gritaran el amor que sentía, para después dejarse arrastrar por esa explosión de deseo, lujuria y placer compartido.

Unos minutos después y aún sin apartarse de ella, acarició su rostro sereno, un dedo se deslizó por los parpados cerrados, sabía que no dormía pues su respiración aún agitada así se lo indicaba. Ladeó la cabeza y la besó. Fue un beso largo y tierno de agradecimiento mutuo por el glorioso momento que acaban de compartir. Cuando se separaron, ella seguía con los ojos cerrados y él sonrió.

-         Te amo y lo sabes  --  susurró al oído de ella  --  No me importa nada más.

Una sonrisa se dibujó en sus labios y finalmente abrió los ojos, tenían una humedad sospechosa, sin embargo sonreía.

-         Me gusta la sábana  --  dijo aún con la sonrisa en los labios

 Por un momento él no supo de qué hablaba, pero luego se dio cuenta de que lo decía por los pétalos de rosas que él había puesto sobre la cama.

-         Me alegro, fue preparada especialmente para ti, y aunque no tenía idea de que la compartiría contigo, me siento muy feliz de que así haya sido.
-         ¿Tratas de decirme que no planeaste esto?  --  preguntó con una sonrisa pícara
-         Te lo juro  --  dijo él  --  Tenía las mejores intenciones…

Pero ella no lo dejó terminar, empujándolo a un lado y colocándose encima de su pecho, lo miró directo a los ojos con una mirada que parecía traspasarlo. El  vio sorprendido la transformación que se operaba ante sus ojos y casi no lo podía creer. La pacífica y dulce criatura a la que acababa de besar, dio paso a una totalmente distinta. Una ceja se elevó y su sonrisa se hizo casi lasciva mientras sus ojos lo recorrían haciéndole sentir su desnudez y hasta el tono de voz cambió.

-         ¿Estás tratando de decirme que yo te arrastré a esto?  --  preguntó

El aún no salía de su asombro cuando ella comenzó a reír alegremente y él cerró los brazos a su alrededor.

-         Soy tremendamente afortunado al tenerte  --  le dijo

Y dándole un beso, se dispuso a abandonarse al pacifico descanso que ahora no estaría poblado de imágenes huidizas, porque la protagonista de sus sueños descansaba esa noche entre sus brazos.

A la mañana siguiente cuando ella despertó sintió el vacío a su lado, pero cuando abrió los ojos y miro donde él debía estar, se encontró una rosa y una nota. Tomó la flor y leyó la nota. Sonrió y de no estar leyendo y sosteniendo en sus manos la perfumada flor, habría pensado que todo había sido un sueño. Era curioso como el destino podía unir o desunir sin el consentimiento de los actores. Se preguntó si sería cierto lo que había leído en una oportunidad con relación a que teníamos varias almas gemelas vagando por el mundo y que a veces, teníamos la suerte de encontrarlas y reconocerlas, y otras no las encontrábamos nunca.
 
¿Aquel sería el inicio o el final de la historia? Ninguno de los dos lo sabía. ¿Qué les depararía el futuro? Esa era una pregunta sin respuesta, porque finalmente ¿Qué era el futuro?  Solo una serie de hechos encadenados sin aparente orden ni concierto, y aunque el final ya estaba escrito desde el mismo inicio, el futuro es algo incierto que sin importar las ideas o los planes, siempre se sucede ajeno a lo esperado. El futuro solo es el instante siguiente y quien tiene la pluma en la mano, lo escribe segundo a segundo…


Safe Creative Código: 1112060679115